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La reelección

Los principios morales y legales de la no reelección nacen en 1963 con una propuesta de Juan Bosch a la Asamblea Revisora. Es necesario que por precepto constitucional se establezca que quien haya ejercido la Presidencia de la República nunca más pueda postularse al mismo cargo. Cuatro años son más que suficientes para hacer un buen gobierno y dejar una huella perdurable en la historia del país

Tras su elección como presidente de la República en la contienda del 20 de diciembre del 1962, Juan Bosch impulsó una reforma constitucional, la más democrática y avanzada que ha tenido el país, en la que se consignó la prohibición de la reelección presidencial, convirtiéndose este en un precepto invariable en toda su trayectoria política.

Los principios morales y legales de la no reelección nacen con su propuesta a la Asamblea Revisora, constituida el mismo día de las elecciones por los diputados electos, quienes de acuerdo con la ley que convocó dichas elecciones, integrarían la misma. Si estos no terminaban para la toma de posesión el 27 de febrero de 1963, sus suplentes, también electos, formarían la Cámara de Diputados hasta el día en que estuviera terminada la revisión constitucional. La promulgación de la nueva Constitución se dio el 29 de abril del 1963.

El papel de Juan Bosch en la concepción y elaboración de la Constitución de 1963 está plasmado en la respuesta que ofrece al Lic. Félix Jiménez en su libro ¿Cómo fue el gobierno de Juan Bosch? “…en la elaboración de la Constitución cubana de 1940 me tocó jugar un papel que me obligaba a interpretar… las Constituciones más avanzadas de los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, entre las cuales estaban la de México, la de Chile, la de la República Española… además, tenía que estudiar algunas partes de la Constitución alemana… Me tocó, sin que se hiciera público, porque yo no era cubano, nada menos que ser… el corrector de la versión final de esa Constitución… Lógicamente, si tenía esa experiencia, estaba en el deber de ponerla al servicio del pueblo dominicano contribuyendo a que el país rigiera su vida política por una Constitución moderna y avanzada” diría Juan Bosch en la obra citada, 1ra Edición, 1988, Editora Alfa y Omega, Página 443.

Plantear que el profesor Bosch combatió la reelección por “coyunturas” y no por principios constituye una inmoralidad, una mediocridad y una falta de respeto a su persona y a lo que fue su lucha contra el continuismo. Juan Bosch no fue hombre de coyunturas, siempre fue fiel a sus principios. Si hubiese sido un hombre de coyunturas, como hoy quieren presentarlo algunos de sus discípulos, hubiese sido presidente de la República Dominicana en innumerables ocasiones.

Quienes consideran buena la reelección presidencial para un sistema democrático se basan en lo que sucede en Estados Unidos y muchos países de Europa, donde constitucionalmente la misma está permitida, incluso para períodos consecutivos. Este argumento lo único que logra es mover la discusión de un país atrasado como la República Dominicana a países con tradiciones históricas de democracia e institucionalidad, con realidades diferentes de la nuestra. Decía el profesor Bosch en El Partido, páginas 103-105, Editora Alfa y Omega, 2da Edición: “Todavía los dominicanos no se dan cuenta de lo que puede hacer un gobierno que está decidido a mantenerse en el poder… Dentro del sistema llamado de la democracia representativa no hay nadie ni nada que tenga la fuerza necesaria para impedir que un gobierno haga trampas para ganar unas elecciones y retener el poder. Lo único que evita que un gobierno falsifique los resultados de cualquier elección es el desarrollo político de la sociedad”.

Juan Bosch debe haber hablado, escrito y/o publicado infinidad de artículos y discursos en contra de la reelección y sus vínculos con la corrupción, pero lamentablemente muy pocos están plasmados en sus obras, y más lamentable aún es que hayan desaparecido de la faz de la tierra los ejemplares de Vanguardia del Pueblo números 127, 128, 129 y 130 que contenían valiosos aportes del profesor Bosch acerca del Dr. Balaguer y el continuismo, y decimos que han desaparecido porque nadie los tiene, aunque existe la ligera sospecha de que los reeleccionistas hayan tomado los que estaban disponibles y los tengan muy bien guardados.

La posibilidad de perpetuarse en el poder mueve a los aprendices de dictadores o caudillos a ingeniárselas para convertirse en los amos de las organizaciones políticas, donde sus voluntades llegan a imponerse incluso por encima de los intereses de la nación. Ni partido, ni país, ni pueblo tienen significado alguno para estas “criaturas”. Lo importante es formar un aparato de incondicionales dispuestos siempre a acatar cualquier expresión, independientemente del contenido de la misma, tenga sentido patrio o no, esté impregnada de dignidad o no, posea fundamento o no, tenga carácter científico o no… sea verdad o no. El tráfico de influencias, las prebendas y el ejercicio desproporcionado de la corrupción generan una cadena de vicios y deformaciones sociales que van carcomiendo las estructuras democráticas, al extremo de degradar totalmente las instituciones.

Los serviles que siguen ciegamente al presidente en su afán reeleccionista asumen posiciones completamente vacías, sin fundamentos, simplistas, a tal punto que arrastran su amor propio, poniendo bajo cuestionamiento su intelecto. Solo alcanzan a generar respuestas torpes, sin fundamentos científicos, tales como: “no es bueno cambiar el caballo cuando se cruza el río”, “hay que votar por el que puede ganar”, “yo no invento”.

…Mucho daño ha recibido la República Dominicana cada vez que un presidente ha pretendido reelegirse. La reelección está teñida de una serie de lacras increíbles… se gasta el presupuesto de la Nación en el afán reeleccionista del Presidente”, afirma el Dr. Hugo Tolentino Dipp, para luego señalar: “Además del uso de los recursos del Estado en proselitismo político, se produce la incursión de militares como una práctica recurrente en los proyectos reeleccionistas; militares lanzados a la reelección, ¿La gente no recuerda a Balaguer?, ¿Los jóvenes no recuerdan eso?, militares con las camisetas rojas (haciendo campaña política a favor del Dr. Balaguer, nh)… hay que recordar los fraudes que cometió para reelegirse una y otra vez”.

Los pueblos que no aprenden de su historia están condenados a repetirla”. Esta célebre cita nos permite buscar en nuestra historia, de donde debemos extraer las mejores lecciones para no repetir los errores que hemos cometido... ¿Y qué nos enseña nuestra historia sobre este tema? Que la reelección presidencial ha sido uno de los peores males para nuestra vida republicana y democrática. Ha parido casi la totalidad de nuestros vicios políticos: la propensión al caudillismo, el afán del continuismo, la tendencia al autoritarismo y la lujuria por el poder, y todos conducen a los gobiernos que se ejercen fuera de las leyes constitutivas del país, que no son más que dictaduras… o tiranías… o autocracias… o despotismo… o totalitarismo; dejamos a la discreción de los continuistas la selección de la palabra que mejor se ajuste a sus intereses. Presidentes que ejercieron gobiernos aceptables degeneraron en verdaderos dictadores. La modificación a la Constitución no ha sido obstáculo para plantear y hacer reformas atropelladas con tal de dejar libre el camino para el continuismo.

Los reeleccionistas -ex asistentes personales del profesor Juan Bosch y muchos funcionarios con sueldos de lujo en un país repleto de necesidades- no pueden recordar -porque no les conviene- que cuando el profesor Bosch fue presidente de la República propició en el Congreso Nacional la Constitución más progresista que conoce hasta hoy la historia dominicana, que recoge una de las pruebas más contundentes acerca de su posición con respecto a la reelección:

TITULO VI, SECCIÓN I, DEL PODER EJECUTIVO.
Artículo 123.- El Poder Ejecutivo se ejerce por el Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo, secreto y popular, SIN QUE PUEDA SER REELECTO NI POSTULARSE COMO CANDIDATO A LA VICEPRESIDENCIA EN EL PERÍODO SIGUIENTE.
Este artículo de la Constitución del 1963 no puede ser coyuntural; basta con leer en el libro citado de Felucho Jiménez, página 445, la parte final de la respuesta que don Juan da a la última pregunta de la entrevista: “Antes aun de pasar a desempeñar la Presidencia de la República yo calculaba que el país iba a necesitar de 12 a 20 años para echar las bases de una economía que la llevara a compararse con la (de, nh) Costa Rica de 1960 o la (de, nh) Cuba de 1940; pero nunca pensé en ser yo quien gobernara durante esos 12 o esos 20 años, y la demostración de lo que acabo de decir está en el hecho de que la Constitución de 1963 prohibía tajantemente la reelección”.

Lo lamentable de la reelección es que sus síntomas son muy conocidos, pues el fenómeno se ha repetido tantas veces en nuestra historia que tendríamos que ser retrasados mentales para no advertirlo. Son tantas las veces que en ella encontramos los mismos eventos políticos que necesariamente tendríamos que autodenominarnos “títeres políticos” al servicio del protagonismo de turno, sea el de Pedro Santana, Buenaventura Báez o Ulises Heureaux o el de Horacio Vásquez, Rafael Trujillo Molina o Joaquín Balaguer. Si queremos que la lista termine aquí, se impone, como una medida de salud democrática, la prohibición absoluta de la reelección presidencial o, en su defecto, la negación, por voluntad partidista o popular, a los que pretenden materializar la misma.

El Dr. Fernández gobernará ocho años cuando concluya su término en agosto del 2008. Debemos evitar que surja la más mínima posibilidad para que germine la semilla del continuismo, propiciadora del desarrollo del ejercicio coercitivo del poder, que obligaría al pueblo a vivir el nefasto ciclo por el que tantas veces ha pasado. En el programa de gobierno del PLD para este período aparecen dos propuestas muy importantes, respaldadas por el entonces candidato a la Presidencia, Dr. Leonel Fernández:
1ra:
Propiciar la Asamblea Constituyente, compuesta por miembros electos libremente por la ciudadanía, como un órgano de amplia base popular que sea, por eso mismo, una genuina expresión de la democracia (Programa de Gobierno, página 32).

2da:
Promover la prohibición constitucional de la reelección presidencial en dos períodos constitutivos (Programa de Gobierno, página 33).
Estas propuestas chocan de frente con la presentación oficial que aparece plasmada en el mismo documento por el ahora jefe de Estado, y ya no candidato a la Presidencia, Dr. Leonel Fernández, quien se ha opuesto firmemente a ambas: a la modificación de la Constitución por medio de una Asamblea Constituyente y a la prohibición de la reelección presidencial en períodos consecutivos. El Dr. Fernández promueve una modificación a la Constitución basada en una posición muy personalista, dejando de lado lo que fue una promesa de campaña y, a la vez, marginando las aspiraciones de la mayoría de los dominicanos; de la misma forma, está embarcado en un proceso reeleccionista del que no conocemos en la historia de nuestro país un solo gobernante que haya ejercido sus funciones en el marco de la legalidad… no conocemos un solo gobernante que haya sido reelecto que no haya implementado una tiranía o un sistema totalitario.

En ambos aspectos el Dr. Fernández ha faltado a la palabra empeñada, acción muy peligrosa cuando de por medio está el ejercicio del poder. Que comprueben los dominicanos en general, y los peledeístas en particular, las palabras de Leonel Fernández en las páginas 13 y 14 del Programa de Gobierno del PLD para el período 2004-2008, que es la presentación oficial del mismo y que transcribimos tal como fue firmado:

(...) El programa electoral que nos honramos en presentarles ahora recoge con amplitud el estudio de nuestros problemas fundamentales y las distintas formas en que el Partido de la Liberación Dominicana piensa resolverlos. En su elaboración han trabajado cientos de hombres y mujeres, todos imbuidos de la necesidad de responder cabal y seriamente a la confianza depositada en nosotros por la inmensa mayoría del pueblo dominicano. Constituye, en su conjunto, una estrategia de trabajo que esperamos llevar a cabo a partir del 16 de agosto del presente año (2004, nh) y, más que eso, la formalización de un compromiso para cuyo cumplimiento solicitamos, desde ahora, la cooperación de esa inmensa mayoría de dominicanos preocupados, como nosotros, por el futuro de nuestros hijos y de nuestro país”.

Nos comprometemos, solemnemente, tan solemnemente como sea menester, a gobernar de acuerdo con los planes y las propuestas aquí presentados, y como si ese compromiso formara parte del que tenemos la esperanza de hacer, con la ayuda de Dios y el voto mayoritario de nuestro pueblo, en la solemne juramentación constitucional del ya cercano 16 de agosto”.

Firmado: Leonel Fernández/Presidente y Candidato
Presidencial del Partido de la Liberación Dominicana.

Si el Dr. Leonel Fernández entiende que debe reelegirse, está demostrando su incapacidad política o poniendo al desnudo el papel que desempeña como representante de la clase oligárquica, que es la que se perpetúa en el poder cuando la burguesía o la clase obrera no se han desarrollado al nivel de ocupar la dirección del Estado. Además, se está atribuyendo una superioridad por encima de sus compañeros de partido, al descartarlos, restándoles derecho propio, capacidad e inteligencia en la carrera por la más alta función en la administración del Estado.

Es necesario que por precepto constitucional se establezca que quien haya ejercido la Presidencia de la República nunca más pueda postularse al mismo cargo. Cuatro años son más que suficientes para hacer un buen gobierno y dejar una huella perdurable en la historia del país, de la misma forma que cuatro años se convierten en una eternidad cuando de soportar a un mal gobernante se trata, que lanza al vacío la confianza depositada por el pueblo, dejando de lado los acuerdos programáticos.

¡NO A LA REELECCIÓN ES LA CONSIGNA DEL MOMENTO!

Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
6 de marzo, 2007