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Puerto Rico y la crisis económica

En crisis económica se impone la austeridad. Las situaciones de crisis requieren de la implementación de políticas que tiendan a incrementar la producción de alimentos, bienes y servicios o, en su defecto, requieren de la puesta en ejecución de medidas austeras que tiendan a disminuir el gasto, evitando la inversión de tiempo, dinero y recursos humanos en todo aquello que no sea realmente imprescindible

Producto de una conversación que sostuvimos con amigos productores de programas de radio, periodistas y técnicos en la estación WQBS, a la que habíamos asistido con el objetivo de buscar una grabación de la graduación de escuela superior de nuestra hija, fuimos invitados por Orlando Ramírez, productor del espacio La Tarde Alegre, a expresar públicamente los conceptos que emitimos con relación a la despreocupación que se refleja en los medios de comunicación de Puerto Rico y en el gobierno frente a la extraordinaria crisis económica que vive la isla, producto de los desproporcionados precios del petróleo y la creciente alza en los alimentos, situación que parece no alertar a la mayoría de sus habitantes para que tomen medidas austeras que le permitan un mejor desenvolvimiento económico.

Después de nuestra participación en la radio fuimos contactados por Nicolás Bonilla, productor y director del programa Echando Pa’lante, quien, con mucha deferencia, nos pidió que escribiéramos un artículo para publicarse en un periódico de la República Dominicana para el cual reseña noticias relacionadas con Puerto Rico, en el que pudiésemos analizar lo expuesto en el párrafo anterior, solicitud que comenzamos a honrar a partir de este momento.

Alertamos, en primer lugar, sobre la magnitud de la crisis energética y de alimentos que se cierne sobre la mayoría de los países del mundo, de la que no está exenta Puerto Rico, que durante los últimos años viene atravesando por una recesión económica que se ha visto incrementada aún más por los factores externos que todos conocemos y por la falta de políticas correctoras o austeras por parte de los últimos gobiernos que se ha dado la isla. La situación se hace más alarmante cuando, ante tal realidad, la prensa hace caso omiso, diluyendo sus esfuerzos en difundir noticias que tienen que ver con las políticas pequeñas relacionadas con las expresiones y comportamientos mezquinos de los líderes de los principales partidos políticos.

Las situaciones de crisis requieren de la implementación de políticas que tiendan a incrementar la producción de alimentos, bienes y servicios o, en su defecto, requieren de la puesta en ejecución de medidas austeras que tiendan a disminuir el gasto, evitando la inversión de tiempo, dinero y recursos humanos en todo aquello que no sea realmente imprescindible. Cuando las autoridades no se ven comprometidas con tales decisiones, necesarias para el óptimo desempeño de la sociedad, entonces debe la población ejercer mecanismos de autodefensa, sobre todo su clase media asalariada o de generación de ingresos limitados, condición que por sí sola impone un techo, bajo las actuales circunstancias, sin capacidad de crecimiento alguno. Si los ingresos no tienen por donde crecer entonces se impone en cada familia de clase media la implementación de medidas de recortes en los gastos periódicos.

Nos hemos referido en dos ocasiones exclusivamente a la clase media (concepto capitalista dentro de la división de clases) pues por todos es muy sabido que la clase alta nunca se ve afectada por crisis alguna y la clase baja, en una sociedad como la puertorriqueña, tiene todos sus problemas resueltos en virtud de que sus necesidades básicas de educación, salud, vivienda, alimentación, vestimenta y hasta de recreación son suplidas por programas de ayuda municipales, estatales y federales.

Sin capacidad de crecimiento económico y con un techo previamente establecido, con un incremento extraordinario en los gastos de transportación (la gasolina ha pasado a costar cuatro veces lo que costaba un litro hace dos años, sin que se vislumbre un tope al alza diaria que se da en los precios), con la duplicación de la factura eléctrica con respecto al costo del KWH de hace año y medio, con el incremento de cerca de un veinte por ciento en el precio de los productos básicos de alimentación y limpieza para el hogar en los últimos dos años y con incrementos significativos en los precios de otros artículos (ropas, libros, etc.) y en actividades periféricas a las normales, se establece por seguro que los gastos han superado los ingresos en la mayoría de los hogares de clase media, por lo que se hace imperativo, ante la falta de información precisa de la prensa y la irresponsabilidad del gobierno, que cada familia actúe estableciéndose limitaciones en aquellas cosas o actividades ajenas a lo fundamental, para poder disminuir gastos y quedar a la par o por debajo del techo de los ingresos, condición que tendería a disminuir las tensiones propias que estas circunstancias generan en el individuo, llevándolo a niveles de desesperación.

Las crisis requieren de medidas heroicas en términos colectivos o en términos individuales, y si la regulación colectiva no se ejerce por el gobierno, que es el ente rector de la sociedad, entonces la regulación individual debe hacer el trabajo requerido, doloroso en ocasiones pero necesario para la subsistencia. Se deben tomar medidas que regulen la calidad de vida, medidas de sacrificio de ciertas comodidades.

Hemos establecido un listado de cosas a hacer tendentes a disminuir los gastos sobre la base de la reducción del uso de la energía y el desprendimiento de algunas comodidades que, necesariamente, y a largo plazo, tendrán que estar reguladas por el Estado, anómalo de por sí en el caso de Puerto Rico por su condición de colonia y por la ausencia de soberanía.

En el hogar:
· Usar la luz natural siempre que sea posible;
Cubrir las paredes con colores claros de pintura;
Apagar las luces al salir de una habitación;
Mantener las bombillas limpias (el polvo reduce la iluminación);
Usar bombillas fluorescentes de bajo consumo en lugar de incandescentes;
Instalar interruptores para que las luces prendan y apaguen automáticamente.

. Escoger el acondicionador de aire apropiado para su habitación;
Buscar la unidad con mayor índice de eficiencia de energía (EER - un índice de 8 es bueno y uno de 10 o más es excelente);
Encenderlo al acostarse a dormir;
Apagarlo 7 horas después de encendido;
Ajustar el termostato al mínimo;
Cerrar herméticamente puertas y ventanas para evitar la salida de aire frío y así el funcionamiento continuo del compresor;
Usar la unidad de la habitación sólo para dormir;
Limpiar el filtro una vez por semana;
Evitar el uso en la habitación de equipos que generan calor, tales como televisores, planchas, "blowers", etc.

. Usar el abanico de techo en vez del aire acondicionado.

. No usar agua caliente para lavar ropa y platos;
Usar detergente de agua fría:
Colgar la ropa en vez de usar la secadora.

. Comprar un calentador de agua para el tamaño de la familia -5 galones por persona-;
Encenderlo a razón de 7 minutos por persona;
Apagarlo después de cada uso;
Considerar utilizar interruptores automáticos para el encendido y apagado.

· Instalar sanitarios que requieran poca agua para la descarga (1.6 galones).

· Comprar una nevera de bajo consumo energético;
Asegurarse de que haya suficiente ventilación con respecto a las puertas y gabinetes que la rodean;
Controlar la temperatura de enfriamiento al nivel más bajo posible;
Evitar abrir la puerta frecuentemente y asegurarse de que selle bien;
Vaciarla al salir de vacaciones;
Ajustar el termostato al nivel mínimo de enfriamiento;
Permitir la ventilación completa de las rejillas.

· No desperdiciar agua innecesariamente al bañarse o cepillarse la boca;
Cerrar las llaves mientras se enjabona o se cepilla. Así podrá ahorrar dinero para usted y agua para toda la humanidad (de la que es parte).

· Tapar todos los utensilios de cocinar, cuando esté preparando la comida, para aprovechar al máximo el calor que se genera y cocinar a la hora en que va a comer la mayor cantidad de personas de la familia, evitando así el recalentamiento típico de las llegadas diferidas a la casa por los miembros del hogar.
En el carro:
· Comprar un vehículo pequeño en lugar de uno grande;
Compartirlo con dos, tres o cuatro personas, sobre todo con compañeros de trabajo, vecinos y familiares;
Establecer un uso semanal alterno de todos los vehículos involucrados.

· Coordinar con los padres de los niños que van a escuelas o colegios para que se establezca un programa de viaje semanal alterno de forma tal que tres o cuatro niños usen el mismo vehículo para asistir a los centros de educación.

· Planificar semanalmente todas las actividades a realizar y trazar rutas diarias, cada dos o cada tres días para de esta forma realizar la mayor cantidad de actividades con el menor gasto posible de combustible y usar el carro sólo en casos necesarios fuera de las actividades regulares.

· Si es posible, usar el autobús en vez del carro;
Caminar o ir en bicicleta a lugares cercanos;
Usar carros de bajo consumo:
Conducir a una velocidad máxima de 55 millas/hora (+/- 90 Km/hr);
Mantener las gomas bien infladas;
Evitar acelerar innecesariamente.
Ahorrando energía ayudamos a mejorar nuestra economía doméstica, totalmente afectada, y ayudamos a la vez a mejorar y proteger el medio ambiente. Ahorrar energía es el camino más eficaz para reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera y, por tanto, para detener el calentamiento global del planeta y el cambio climático.

Debemos parar el gasto innecesario de energía. En muchas ocasiones la consumimos sin necesitarla, producto de la influencia que ejerce el patrón de referencia norteamericano sobre la sociedad puertorriqueña. Ahorrar energía es un deber de solidaridad; tenemos que crear conciencia de que consumimos la misma energía que consumen 16 ciudadanos del "tercer mundo", y de que somos responsables de la emisión de más de ocho veces la cantidad de dióxido de carbono que emiten los ciudadanos “tercermundistas”. Cambiar de hábitos o usar equipos de alta eficiencia nos permiten ahorrar dinero, que es exactamente lo que necesitamos para balancear nuestra cuenta de gastos, limitada en los ingresos y desbordada en los gastos básicos.

De la misma forma, debemos parar el despilfarro alimenticio que, como muy bien observara en la reunión mencionada Francis Morel, especialista en edición de vídeo del canal 30 de televisión que transmite desde el mismo lugar donde está la estación de radio WQBS, se da en actividades sociales o en casas de familia, donde la comida se tira a la basura en cantidades que llaman la atención cuando la mirada se desvía a países vecinos que tienen unas carencias extraordinarias de alimentos.

Esperamos este artículo pueda proporcionar a los lectores de Nicolás Bonilla en la República Dominicana la realidad económica de Puerto Rico en los momentos actuales, atribulada por una crisis descomunal, sin la información necesaria por la prensa local y abandonada a su suerte por los incumbentes del gobierno, pero, de la misma forma, esperamos que esta triste realidad sirva para fomentar medidas correctivas, de sacrificio, en beneficio de la tranquilidad espiritual.

No está demás decir que este deterioro económico que se da hoy en Puerto Rico debe convertirse en un freno radical a los viajes ilegales por una meta que no podrá convertirse en realidad. Ojalá sirva esta crisis para frenar la migración económica que ha venido dándose por muchos años. Puerto Rico no puede hoy proporcionar soluciones materiales a aquellos que se han establecido como meta la consecución de sus sueños fuera del lar patrio.

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
14 de junio del 2008