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La madre en el drama histórico

Para todas las madres del mundo (Mes de las Madres). La bendición, madre adorada. Si Dios premia por las buenas acciones; por el amor, la dedicación y la entrega... entonces debes estar en primera fila con Él. Seguirás, desde su reino, contando con todo nuestro amor, que nunca alcanzará el que de ti recibimos. ¡Gloria eterna, MADRE!

Para las dominicanas, las borincanas, las cubanas... para todas en el mundo, especialmente para la mía, que adoro, quiero y admiro

Día de las Madres - 26 de mayo de 1963
Juan Bosch, Presidente de la República
En este día de las madres debemos consagrar una hora a ella; a la madre de todos, a la que cada día pasa por nuestro lado sin que sepamos su nombre; a la que ya murió y a la que aún vive. No pensemos sólo en la nuestra, en la que nos llevó en su entraña y nos cobijó con su amor. Esa es siempre la más bella aunque sus rasgos sean toscos; la más joven aunque tenga ochenta años y peine canas; la más saludable aunque esté en lecho de enferma; la más alegre aunque el sufrimiento la haya deformado; la siempre viva aunque haya muerto.

Pero la otra, la de todos, la madre del sufrimiento dominicano, la madre que dio hijos para que hicieran patria y los dio para las guerras civiles y los dio para restaurar la República y los dio de nuevo para que los caudillos los enviaran a la muerte; la madre dominicana que parió víctimas para la tiranía… esa es la raíz misma de este pueblo, la fuente de su vida y tal vez la única explicación de su existencia. Sea para ella nuestra veneración…

Pero nuestra preocupación debe ser para la madre pobre; la que en los ranchos de las ciudades y en los bohíos de los campos, a la luz de la “jumiadora” o de la lámpara, ha estado junto al catre o junto a la barbacoa del hijo enfermo, vigilando con ojos endurecidos por el trasnocho y rogando a Dios de las alturas, con palabras atravesadas por el dolor, la salvación del enfermito.

Nuestros pensamientos son hoy, Día de las Madres, para esa que se levantó atormentada, buscando con ojos sin sentido en los rincones de la vivienda algo con que hacer comida para sus hijos, los hijos del hambre que ella trajo al mundo con tanto amor como la señora encopetada, pero desdichadamente sin la comodidad de la señora encopetada.

Madre dominicana pobre, fuente del sufrimiento, flor de lágrimas: tus hijos duermen sin sábanas, tus hijos se levantan desnudos y pasarán el día desnudos o vestidos de harapos; tal vez tus hijos no comerán en este Día de las Madres.

Pero ten la seguridad de que miles y miles de dominicanos oran y luchan para que en esta tierra que te debe tanto amanezca un día la justicia sentada en la loma más alta y en el bohío más humilde, con las dos manos llenas del pan que te has ganado con tu dolor en todos los años de nuestra historia.

¡Que el Señor te bendiga en este día, madre dominicana!
Juan Bosch
En el día de las Madres, 26 de mayo de 1963

La bendición, madre adorada, madre Linda... madre María Bassa. Si Dios premia por las buenas acciones, por el amor, la dedicación y la entrega, entonces debes estar en primera fila con Él. Seguirás, desde su reino, contando con todo nuestro amor, que nunca alcanzará el que de ti recibimos. ¡Gloria eterna, MADRE!
Venid los moradores del campo y la ciudad, /
y entonemos un himno de intenso amor filial. /
Cantemos de las madres la ternura, el afán, /
y su noble atributo de abnegación sin par.

Celebremos todos la fiesta más bella, /
la que más conmueve nuestro corazón; /
fiesta meritoria que honramos con ella /
a todas las madres de la Creación.

Quien como una madre, con su dulce encanto, /
nos disipa el miedo, nos calma el dolor; /
con sólo brindarnos su regazo santo, /
con sólo cantarnos baladas de amor.

De ella aprende el niño la sonrisa tierna; /
el joven, la noble, benéfica acción. /
Recuerda el anciano la oración materna/
y en su alma florece la resignación.

Venid los moradores del campo a la ciudad /
y entonemos un himno de intenso amor filial. /
Cantemos de las madres la ternura, el afán /
y su noble atributo de abnegación sin par.

Cubramos con flores la tumba sencilla /
de madres que moran en la eternidad; /
y ornemos con flores la frente que brilla, /
y aún brilla y esplende la maternidad.

Para ella escojamos frescas azucenas, /
simbólicas flores del alma ideal; /
blancas como el alma de las madres buenas /
y con algo místico y sentimental.

Albas estrellitas, nítidas hermanas /
de las que circundan la divina sien; /
a la que es modelo de madres cristianas, /
Madre de Dios hombre nacido en Belén.

Venid los moradores del campo y la ciudad, /
y entonemos un himno de intenso amor filial. /
Cantemos de las madres la ternura, el afán, /
y su noble atributo de abnegación sin par.

Trina Moya de Vásquez
Poetiza dominicana, esposa de Horacio Vásquez, presidente
de la República del 12 de julio de 1924 al 2 de marzo de 1930
Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
10 de mayo de 2011