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[III de III] El poder y el liderazgo de Leonel Fernández

El hombre y su megalomanía (III de III/Último). Leonel Fernández juega con los escenarios partiendo de la premisa de que nadie puede escudriñar sus intenciones. Es ingrato y traicionero; Hugo Chávez es su mejor laboratorio en estos menesteres, aunque para su desgracia los resultados no fueron favorables

Leonel Fernández juega con los escenarios partiendo de la premisa de que nadie puede escudriñar sus intenciones. Es ingrato y traicionero; Hugo Chávez es su mejor laboratorio en estos menesteres, aunque para su desgracia los resultados no fueron favorables: se equivocó en el despreciable escrito “Hugo Chávez y el arte de gobernar” -incluido también en su libro Nuevo Paradigma-, y en las mediocres y cobardes manifestaciones expresadas a los incumbentes de la Embajada Americana en Santo Domingo.

En la cumbre de Países No Alineados celebrada en Cuba, Leonel Fernández defendió a Hugo Chávez de “algunas voces que habían levantado la idea de que el mandatario venezolano estaba regalando la riqueza petrolera de su país por vía de Petrocaribe”, un proyecto de cooperación con los pueblos del área.

Esta fábula, latente sólo en una mente morbosa, la quiso Leonel Fernández hacer protagónica en un escenario que no le era adverso al comandante Chávez. Sin embargo, semanas después, en el foro universal que representa la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el que sí se podrían encontrar esas “voces”, el simulador que existe en Leonel Fernández no fue capaz de abrir la boca para repetir lo que había dicho en La Habana. ¿Por qué actuó así? Porque todo en su ser reviste falsedad; su histrionismo lo lleva a formular escritos como el último, publicado el 10 de los que cursan por el periódico Listín Diario.

Al margen de la teoría (de nada sirvieron los autores, los libros y, por consiguiente, las lecturas, nh), quisiera compartir algunas experiencias vividas acerca de cómo se percibe y practica, en determinados ámbitos, el fenómeno del poder político y el liderazgo en la República Dominicana”. Con estas palabras pasa el Dr. Fernández a mostrar el ejemplo de Modesto Guzmán, “uno de los pocos reformistas que logramos designar, y que figuró como Director General del Instituto Postal Dominicano, con rango de Secretario de Estado…”.

Según Leonel Fernández, y por la “capacidad para resolver” que poseía el señor Guzmán, el liderazgo de Balaguer podría erosionarse… Es bueno analizar, al leer esta tendenciosa conclusión, cómo este manipulador empedernido juega con el pueblo. El Dr. Balaguer dominó el escenario político, incluso como un títere de Trujillo, por más de sesenta años… ¡hasta el último día de su vida! Ejerció un dominio tan contundente que nadie, ni siquiera aquellos poderosos militares de la época de los doce años, ni siquiera aquellos ladrones dadivosos y solidarios de sus veintidós años (porque una virtud tenían los reformistas: compartían lo robado con los pobres, algo que los “compañeros” del nuevo camino detestan como el diablo a la cruz) se atrevían a “erosionar” el liderazgo del Dr. Balaguer.

¿Por qué usa como ejemplo las “experiencias vividas” de Modesto Guzmán y la práctica de “nombrar algunos compatriotas”, “satisfacer algunas de sus necesidades más urgentes” y “repartir… algún dinerito” para fortalecer el “poder político y el liderazgo en la República Dominicana”? Porque debe justificar la caída libre en la que se encuentra con relación a su liderazgo y al desplazamiento al que ha sido llevado por Danilo Medina; y esa pobre demostración de argumentos es usada de forma vil para salpicar con lodo el liderazgo del presidente actual, “forjado con la misma práctica de Modesto Guzmán” (palabras de Leonel Fernández que no se ven en el escrito pero que, como decía Juan Bosch, son más importantes que las que se ven).

Con “Los sobrecitos de Dajabón” ratifica el Dr. Fernández sus ejecuciones: el poder político y el liderazgo en la República Dominicana están sujetos a lo que se da, a lo que se reparte, sobre todo si el pastel proviene de los recursos que el pueblo ha ingresado a las arcas del Estado con el pago de impuestos; ¡nadie mejor que él para exponer tan descabelladas teorías! Reivindica el esquema de Lasswell -modelo descriptivo cuya finalidad es establecer el análisis de la comunicación a partir de cinco interrogantes, que en su caso están supeditadas a lo que ha sido norma y costumbre en sus mandatos: distribuir los recursos del Estado en la compra de conciencia-, que viene a ser para él la fórmula mágica del agua tibia: conceptos que se dan por conocidos requieren ser ratificados debido a la exhibición de su inseguridad permanente.

Nada surge espontáneamente, con voluntad propia, en su argumento o discurso que no sea para mal; todo viene por la influencia o recomendación de otra persona, no importa si es esta una figura notable de las ciencias y las letras o si guarda prisión en alguna de las cárceles diseminadas por el mundo.

Además de “El paraíso de Modesto Guzmán” y “Los sobrecitos de Dajabón”, el expresidente debió incluir, en negritas, tal y como el Listín Diario hace público su escrito, “Las nominillas o nómina CB” (de Leonel Fernández), “El préstamo de la Sun Land” (de Leonel Fernández), “El déficit fiscal y la usurpación del poder” (de Leonel Fernández), “Las tarjetas Solidaridad y la compra de conciencia” (de Leonel Fernández)… “Es que el poder, que implica una relación entre gobernantes y gobernados, aparte del factor ideológico, de conciencia, hace referencia a otros dos factores: al poder de coacción o represión y al poder compensatorio, que es la capacidad para dar o distribuir”.

Entendemos con mucha claridad -algunos, no todos, porque existen los beneficiados de la repartición y los “beneficiados” por el conformismo y la ignorancia- la “lúcida observación acerca del comportamiento de las multitudes” y el fenómeno del poder político y el liderazgo en la República Dominicana… “Se trata de algo sobre lo que no podemos dejar de reflexionar”.

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
18 de febrero de 2014