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Hasta luego, Gustavo Olivo... ¡Hasta nunca, Acento!

Acento y Jaime Bayly unidos de la mano contra la "tiranía de Maduro". A Jaime Bayly ni la madre que lo parió le cree absolutamente nada de lo que dice, pero Acento fue capaz de hacerse eco de esa aberración

Apreciado Gustavo Olivo Peña
Vicepresidente de Editora Acento, SAS

Conocerte y haber establecido amistad contigo ha sido una experiencia altamente gratificante. Nuestra querida Arlette Fernández, mujer ejemplar de la República Dominicana -símbolo de lucha, sacrificio y entrega- hizo posible el acercamiento en aquellos días en que estábamos inmersos en la batalla por lograr, en virtud de la grandeza que adornó su vida al dedicarla con pasión y sin tregua al servicio de la patria, que los restos del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez fueran a descansar al Panteón Nacional, hogar permanente de nuestros grandes próceres (aún permanezcan en él los de Pedro Santana, el más grande traidor que ha parido la nación).

Estaré en deuda permanente contigo; durante cerca de ocho años me brindaste un trato exquisito y deferente. Nos conocimos en una ocasión en que, estando en Santo Domingo, visité las oficinas de Acento, precisamente con la finalidad de estrechar tu mano y, a la vez, presentarte un ingeniero, entrañable amigo y compañero de la UASD, que me había informado de la contaminación ambiental en la que estaba incurriendo una de las grandes empresas que se han instalado en suelo dominicano.

Conocerte en persona me sirvió para ratificar lo que ya percibía: humildad y grandeza de espíritu, decencia, cortesía y pleno conocimiento de las tareas que ocupan tu cotidiana vida. Sin embargo, hay algo que me llevó a admirarte por la valentía que hay que poseer para, en un ambiente mediocre y trivial como el que exhibe nuestra sociedad, plasmar, dentro del perfil que mostrabas en una de las redes sociales, que eres "anarquista", palabra que muy pocos conocen su significado y que en el plano personal me define de forma pletórica. Por ella me mantuve escribiendo para Acento, con la esperanza de que esa entidad comunicacional, para la que laboras y eres copropietario (es lo que entiendo; puedo estar equivocado), pudiese ser, si no ente catalizador, aliento en la reestructuración del Estado dominicano (su supresión de ser necesario).

He venido observando la línea editorial de Acento con relación al tema venezolano y no es un secreto para ti ni para nadie que he estado en desacuerdo con la misma. En una ocasión, recuerdo, era tan marcado lo que decía -para denunciar la posición asumida por la prensa dominicana en contra del gobierno legítimamente instaurado en la tierra de Chávez (Acento a la vanguardia)- que tú mismo me expresaste, ante las dudas que albergaba acerca de la publicación del escrito, que el órgano de prensa del cual eres vicepresidente está abierto a todas las corrientes ideológicas. No puedo olvidar de qué manera se agigantó tu figura ante mí cuando, en una crítica directa al medio para el que escribo, aceptaste el artículo y lo publicaste sin hacerle una sola observación o sin comentarme nada tras bastidores.

Con el tiempo he ido perdiendo el interés de escribir para Acento y para cualquier otro medio; cada día se me hace más difícil ser parte de un entramado que se ha extendido por el mundo de manera vertiginosa sin dar cabida al análisis objetivo, dejando de lado la verdad y sirviendo, de manera incondicional, a los intereses de los grandes capitales que dan sustancia al pentagonismo, esa nueva forma de imperialismo que muy bien definiera Juan Bosch hace ya medio siglo.

Debo dejar dos cosas muy bien esclarecidas antes de continuar: ni te culpo por la línea que ha seguido Acento (conozco de tu integridad y profesionalismo porque me he ocupado de saber quién eres; sé que una cosa es tu manera de pensar y actuar y otra lo que Acento, que no sólo depende de ti, entiende, como medio comercial, debe hacer para generar riquezas -a fin de cuentas es lo que persigue toda inversión de capital privado-), ni me considero importante para medio alguno ni para nadie, mucho menos imprescindible. Me quiero y me respeto yo; en demasía. Soy ingeniero, y muy bueno, y escribo para protestar por las injusticias y los desafueros que cometen los que gobiernan en cualquier rincón del mundo, porque primero, antes de ser latinoamericano, caribeño o dominicano, soy ciudadano universal. Como no soy periodista ni escritor ni intelectual no vivo de esas profesiones, pero tampoco condiciono mi existencia a ser obsequioso; por tanto, escribo pretendiendo provocar algún cambio en el mundo, aún mis gritos no sean capaces de mover una flor.

No voy a mancharme al final de mi trayectoria, la que he recorrido sin arrodillarme, sin miedos, sin claudicar a mis principios y, más que nada, bajo un comportamiento de anarquía total que ha quedado evidenciado de manera muy clara la cantidad de veces que he expresado mi desacuerdo con, y la no creencia en, el miserable sistema democrático, forma de gobierno que se dio Estados Unidos para beneficiar a oligarcas y burgueses y que otros países han adoptado con fines similares.

Supe de inmediato -cuando pude leer, por el medio para el que escribo ocasionalmente, que un degenerado peruano llamado Jaime Bayly, desde el basurero derechista del mundo que es La Florida, afirmó que el doctor Leonel Fernández había recibido de "políticos corruptos venezolanos" entre 4 y 5 millones de dólares para su campaña política- que esa difusión noticiosa me llevaría a desligarme para siempre de Acento. No hay que ser erudito o ducho en política, ni portentoso del sentido común, para saber cuál es la causa vinculante entre el insidioso y perverso peruanito y la línea editorial de Acento: la "dictadura de Maduro". ¿Tiene alguna credibilidad lo que pueda decir un rastrero de profesión -asentado en la gusanera de Miami, que cada día se hace mayor con el creciente número de despojos que le suministra América Latina- que ha dedicado su vida a calumniar todo lo que no huela a derecha?

Ese sicofanta empedernido fue quien propagó la calumnia acerca de los miles de millones de dólares que Fidel Castro tenía depositados en bancos suizos; el mismo que hace muy poco expresó que la esposa de Nicolás Maduro (presidente de Venezuela) salió huyendo hacia República Dominicana en un avión ruso; el mismo que ha inventado cuánta vileza le llega a la mente, que ve fortalecida su depravación con la cáfila de Miami y la abyección latina que aún permanece en sus aldeas porque no ha podido mudarse a ese antro.

A Jaime Bayly ni la madre que lo parió le cree absolutamente nada de lo que dice, pero Acento fue capaz de hacerse eco de esa aberración. Leonel Fernández no es santo de mi devoción; es despreciable, corrupto, cínico, indolente, inmoral... Pero que un medio noticioso que se atribuye objetividad y ecuanimidad se preste a publicar la acusación que le hace un indecente y delincuente de la comunicación de haber recibido dinero de "políticos corruptos venezolanos" no es otra cosa que, producto de la paranoia (¿será e$o?) con la que subsiste Acento en relación con la "dictadura de Maduro", hacer causa común con los intereses del Pentágono, a los que el adefesio peruano se somete como una consumada puta de barrio.

No pretendo señalar, en esta comunicación, una sola defensa de la Revolución Bolivariana; ese no es el fin de esta despedida. Entre el 17 y el 25 de febrero de este año hice nueve publicaciones bajo el título "¿Dictadura o Petróleo? Las garras del imperio sobre Venezuela"; reto a Acento, a cualquier otro medio dominicano, del área o del estercolero de Miami, a rebatir cada una de las pruebas o conceptos plasmados.

Gustavo Olivo: fue inmenso el placer de conocerte y servirte; te agradezco infinitamente la oportunidad que me brindaste. Ni el cariño ni la admiración que siento por ti descenderán un ápice, no por capricho o imposiciones personales, sino, por lo que representas como ser humano; por la decencia, la rectitud y la honradez que hay en ti. Doña Arlette Fernández, nuestra querida amiga, no se equivocó cuando hace casi ocho años me sugirió contactarte. Me despido de ti con un caluroso abrazo y un hasta luego; de Acento con un hasta nunca.

Nemen Hazim
Carolina, Puerto Rico
5 de junio de 2019