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[V de IX] Leonel Fernández es el dominicano más corrupto, cínico, indolente y perverso que ha parido la República Dominicana

Leonel Fernández y el período de gobierno 2004-2008. "No hay peligro en seguirme porque en ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de mayo servirá para tiranizar la voluntad popular a la cual sirvo en este momento y a la que serviré lealmente en el porvenir" [Rafael Trujillo Molina]

"La falta de calidad del debate en la República Dominicana es porque no hay una élite pensante y por eso hay una crisis del pensamiento". Así hablaba la voz de la arrogancia; el pueblo dominicano lo aborrece hoy como se aborrecen los farsantes

Para septiembre del 1996, un mes después de haberse instalado el gobierno del PLD, Leonel Fernández planteaba la modificación de la Constitución por medio de una Asamblea Constituyente (siendo presidente constitucional de la República Dominicana pero no teniendo apoyo legislativo, ya que la mayoría, en ambas cámaras, le era adversa). Para el último día del 2001, y como opositor, el Dr. Fernández planteaba de nuevo la modificación de la Constitución por medio de una Asamblea Constituyente. El 7 de enero de 2002, y desde la misma oposición, se hacía reiterativo: "la Constitución debe modificarse por medio de una Asamblea Constituyente". El 14 de enero del 2002, apenas siete días después, decía que "nuestro país requiere de una reforma a la Constitución seria y responsable", y una reforma “seria y responsable”, tal y como la describía, era exactamente una modificación por medio de una Asamblea Constituyente; por una simple razón: aunque nuestro 'genio' es tan cambiante, y alude con tanta frecuencia 'los nuevos tiempos', no es posible que, habiendo planteado la Asamblea Constituyente el 31 de diciembre del 2001 y el 7 de enero del 2002, siete días después propusiera algo diferente.

El programa de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana para el período 2004-2008 consignaba lo siguiente: "La Constitución de la República debe ser reformada en consonancia con los cambios y las expectativas de la sociedad moderna. La reforma debe impulsar la aprobación de una carta sustantiva moderna, desarrollista, democrática y participativa, registrar los principales cambios que demanda la sociedad en los aspectos institucionales, económicos, sociales y políticos y lograr la consolidación y estabilidad de la vida democrática". Planteaba, además, "propiciar la Asamblea Constituyente, compuesta por miembros electos libremente por la ciudadanía, como un órgano de amplia base popular que sea, por eso mismo, una genuina expresión de la democracia". Esa propuesta de modificación de la Constitución, por medio de la Asamblea Constituyente, plasmada en ese programa de gobierno, era otra más de las tantas que conformaban los postulados oficiales del partido y de su presidente.

Después de todos los argumentos que el mismo Leonel Fernández se había encargado de señalar y explicar para que la modificación constitucional se hiciera por vía de una Asamblea Constituyente, el despreciable personaje, desde el poder, realizaría cambios a su medida a la Constitución, dejando de lado el "organismo de amplia base popular", compuesto por "miembros electos libremente por la ciudadanía", que se hubiese constituido en "una genuina expresión de la democracia".

Antes de embarcarse en el proceso de modificar la Constitución como le dio la gana, Leonel Fernández inició una perversa campaña para buscar de nuevo la candidatura a la presidencia. Sustentó su reelección en una Constitución modificada atropelladamente (por Hipólito Mejía en 2002), acción que le llevó, en ese momento, como presidente del PLD, a sancionar a doce congresistas morados que apoyaron la inclusión de la repostulación en esa ignominiosa tarea concebida por el "perredeísta ejemplar" (como hubiese definido Peña Gómez al agrónomo Mejía) que con sus vulgaridades degradó el ejercicio gubernamental. Para ello contó con el apoyo de peledeístas que se tenían como serios. El doctor Euclides Gutiérrez Félix, para citar uno, dijo que nunca escuchó al profesor Juan Bosch "hablar en contra de la reelección de Fidel Castro en Cuba, de Ho Chi Minh en Vietnam, del mariscal Tito en Yugoslavia y del general Franco en España". Lo que olvidó decir es que Bosch nunca habló en contra de la reelección de personas que llegaron a ocupar la jefatura de un Estado por medio de revoluciones y guerrillas.

Los principios morales y legales para la no reelección nacieron con la propuesta de Juan Bosch a la Asamblea Revisora que se constituyó el 20 de diciembre de 1962 -el mismo día de las elecciones- por los diputados electos. Cuando Gutiérrez Félix expresó semejante disparate nos preguntamos: «¿Podrá el historiador recordar estas palabras de Juan Bosch?:
«.- “Todavía los dominicanos no se dan cuenta de lo que puede hacer un gobierno que está decidido a mantenerse en el poder… Dentro del sistema llamado de la democracia representativa no hay nadie ni nada que tenga la fuerza necesaria para impedir que un gobierno haga trampas para ganar unas elecciones y retener el poder. Lo único que evita que un gobierno falsifique los resultados de cualquier elección es el desarrollo político de la sociedad.”

«.- “Antes aun de pasar a desempeñar la Presidencia de la República yo calculaba que el país iba a necesitar de 12 a 20 años para echar las bases de una economía que la llevara a compararse con la de Costa Rica de 1960 o la de Cuba de 1940; pero nunca pensé en ser yo quien gobernara durante esos 12 o esos 20 años, y la demostración de lo que acabo de decir está en el hecho de que la Constitución de 1963 prohibía tajantemente la reelección.”»
Con los gobiernos de Leonel Fernández decenas de miles de miembros del PLD cobraron sueldos sin ejercer función útil o productiva dentro del aparato del Estado. El propio mandatario validó esa fechoría argumentando que si no hacía lo de las "nominillas" se caía el gobierno. Indignados, reaccionamos diciendo: "¡Cuánto descaro! A veces nos preguntamos si la sociedad dominicana entera está podrida, ¿cómo es posible que a una persona, por el hecho de ser presidente, se le permita que diga o exprese lo que le parezca y las cosas sigan caminando como si nada hubiese pasado?"

Fernández se encargó de erradicar las herramientas y los controles que mantenían la integridad del PLD y lo convirtió en un mercado político, envilecedor concepto que definía a plenitud al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y al Partido Reformista (PR). "¿Cómo lo hizo?", nos preguntamos. "Convirtiéndolo en un partido de derecha, populista; eliminando los Círculos de Estudio; enterrando los preceptos ideológicos y morales de Juan Bosch; y, lo más importante, comprando los compromisos de los integrantes del Comité Político (pagándoles sueldos de lujo en el aparato estatal como secretarios de Estado, directores, senadores, diputados, etc., para mantenerlos alejados de las ocupaciones políticas inherentes al partido y doblegando las voluntades de algunos que bien pudieron luchar por los principios fundamentales del partido, cuyos mecanismos de fiscalización fueron disueltos para dar paso al ejercicio inescrupuloso del poder)", nos respondimos.

Joaquín Balaguer, el "maestro" de Leonel Fernández

Mientras gobernaba, y en ocasiones varias, el Dr. Fernández prescindió del ordenamiento jurídico para ejercer su autoridad, acción que parece haber heredado del doctor Joaquín Balaguer -su progenitor político-, quien expresara que la Constitución no era más que un pedazo de papel, palabrería que el conceptualizador puso en ejecución al violar legislaciones vigentes (como la propia Constitución, por ejemplo, tal cual sucedió al embarcarse en un préstamo por 130 millones de dólares sin el aval del Congreso y tener la osadía de reunir a la prensa para decirle que dicha acción no se había materializado).

En República Dominicana nadie tenía una relación de gastos auditados -preferiblemente por una compañía privada y foránea- que reflejara el verdadero uso que se dio a esa enorme suma de dinero (4 mil trescientos millones de pesos dominicanos), pues en el país de Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, Caamaño y Fernández Domínguez los funcionarios del gobierno entendían (y entienden) que el aparato estatal les pertenecía (y pertenece), que era (y es) de su propiedad, por lo que creían (y creen) tener todo el derecho a ocultarle al pueblo que los llevó al poder cómo se gastan los dineros que ese mismo pueblo paga en impuestos. La mención de figuras tan prominentes deja establecido el grado de irrespeto por muchos que ofrendaron sus vidas por la instauración de una sociedad justa, digna y honesta.

República Dominicana, en el período 2004-2008, vivió bajo el esquema de una nueva forma de dictadura que esperábamos no adquiriera las dimensiones conocidas de épocas pasadas, pues estábamos viviendo en el entorno de una tormenta perfecta: violación sistemática al orden legal establecido, uso indiscriminado de los recursos del Estado, proyecto permanente de continuidad en el poder, voluntad política del incumbente para perpetuarse a como dé lugar, crisis económica norteamericana que históricamente ha devenido en dictaduras y golpes de Estado en América Latina, y la eterna crisis haitiana, expresada en niveles altamente peligrosos para la nación, ya que en el país vecino se estaba desarrollando una hambruna de proporciones peligrosas.

Decía Trujillo, para finales de abril de 1930, días antes de las elecciones del 16 de mayo, lo siguiente: "No hay peligro en seguirme porque en ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de mayo servirá para tiranizar la voluntad popular a la cual sirvo en este momento y a la que serviré lealmente en el porvenir".

[Ver:
«Leonel Fernández y la Asamblea Constituyente»;
«La reelección»;
«Leonel Fernández y sus adulones»;
«Aires de dictadura en República Dominicana»]


Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
15 de marzo de 2020